El último día del Foro de Organizaciones Feministas para la Articulación del Movimiento de Mujeres Latino Americanas y Caribeñas se caracterizó por un intenso debate sobre la situación en Haití y, en particular por las mujeres haitianas. Por la mañana, se discutieron dos temas: “La historia de Haití” y “Los desafíos de la tarea de reconstrucción del país y como hacer esto con los haitianos como sujetos del proceso”.
Lise Marie Dejean, coordinadora nacional de Solidarite Fanm Ayisyen (SOFA), dijo que para entender Haití es necesario conocer su historia, marcada por luchas y ocupaciones. Para ella, aunque los Estados Unidos y otros países justifiquen su presencia en territorio haitiano para restablecer el orden, proteger a sus ciudadanos que viven allí y organizar el país “democráticamente” de acuerdo con el deseo de los dirigentes locales, lo que se sabe es que estas ocupaciones repetidas sólo sirvieron para aumentar el prejuicio, el racismo y acelerar la destrucción de la cultura y los recursos naturales y materiales. “La ocupación por los Estados Unidos y otros países sin la participación del pueblo haitiano no puede lograr políticas y acciones que sean coherentes con la realidad y la necesidad del pueblo haitiano”.
Intereses económicos
“Haití no está en venta”. Con esta frase, la directora-ejecutiva de la Colectiva Mujer y la Salud, Sergia Galván, comenzó su discurso. La feminista de la República Dominicana (el país vecino de Haití y el primero en mostrar su solidaridad y ofrecer ayuda tras el terremoto) sostiene que existe una fuerte tendencia mercantilista en el proceso de reconstrucción haitiano y son los grandes intereses económicos que han guiado el proceso de reconstrucción. “La tragedia del país caribeño se ha convertido en la gallina de los huevos de oro”, dijo. Para ella, un modelo de reconstrucción ideal debe tener en cuenta la riqueza natural, material y cultural, así como la historia del pueblo haitiano de lucha y resistencia. “Cualquier otro proyecto que no considere los puntos anteriores, ya nacería fallido”.
El modelo actual de reconstrucción, apoyado por las fuerzas de paz de la ONU y los países desarrollados, fue muy criticado. El 31 de marzo de 2010, las potencias se reunieron y se comprometieron a enviar 11 mil millones de dólares que nunca llegaron. Desde hace seis meses en Haití, no han logrado garantizar la seguridad y la limpieza en los campamentos, ni prevenir y punir la violencia sexual, ni garantizar medicinas y agua a los enfermos, entre otras necesidades básicas. Lo que propone Sergia Galván es el fortalecimiento de las organizaciones para promover nuevas iniciativas, difundir la violencia que sufren las haitianas y promover un espacio de diálogo para que se conozcan las opiniones de las mujeres de Haití sobre el proceso de reconstrucción del país.
Magaly Pineda, del Centro de Investigación para la Acción Femenina (Cipaf), destacó que esta es la primera vez que el movimiento feminista se moviliza de manera imediata en torno a un desastre, lo cual es muy significativo. Ella estuvo de acuerdo con las críticas, pero insistió en que debía unirse al discurso y a las críticas, una contra-propuesta a todo el proceso de reconfiguración social, política y económica de Haití.
Consolidación de las propuestas
Otro momento muy esperado del día fue la lectura y la aprobación del documento final del Foro que será leído en la abertura de la XI Conferencia Regional de la Mujer, que empieza mañana, en Brasília (DF). En seguida, se debatió como serán las estrategias de acción del movimiento feminista durante la Conferencia, una vez que en este momento las organizaciones sociales participan solamente como observadoras.
Para la cubana Gisela Arandia, de la Red deMujeres Afrolatinoamericanas, Afrocari-beñas y de la Diáspora, se debe aprovechar la Conferencia para enfatizar el tema de la utilización y apropiación de las nuevas tecnologías por los movimientos sociales y, especialmente, por el movimiento feminista. Para Ixina Ajsac, del Movimiento de Mujeres Indígenas de Guatemala, es necesario proponer un mecanismo para garantizar el cumplimiento de las directrices que serán propuestas por el Consenso de Brasília. Esto es, de hecho, lo que más preocupa a las feministas. Como dijo Guacira de Oliveira, que “estas propuestas sean realmente cumplidas, salgan del papel para que se vuelvan en acciones prácticas”.
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